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lunes, 23 de mayo de 2011

Oración a la sangre de Cristo.





Sangre de Cristo,
esencia misma de la Pascua,
sacrificio del cordero
en la pasión.
Sangre que tiene poder,
limpia,
y es la puerta que lleva
hacía la redención.
Sangre en las espinas,
en las piedras,
en la senda,
en la cruz.
Sangre de Cristo,
camino, verdad y vida.

Sálvanos



Rosa

martes, 17 de mayo de 2011

Entender a Cristo.




Soy católica por convicción y fe, no por herencia familiar.
Para entender a Cristo primero quise conocerlo, hice seminarios, estudie la Biblia y luego de muchos años comprendí que la verdadera fe, se encuentra no tanto en los libros, si, en la vida. Comprendí que dando se recibe, y no hablo de lo material, hablo de las cosas simples, dar tiempo, una sonrisa, escuchar al que está solo, aprender a perdonar.
Conocer a Cristo me ayudó a entender la traición de los amigos o los que creí amigos.

Cuando Jesús entraba en Jerusalén (Día de Ramos) fue victoreado y aplaudido, una semana después, esos mismos seres elegían a Barrabás para ser liberado y dejaban a Jesús solo, ante el poder romano, para ser ajusticiado. Al comprender esto, me dije ¿Quién soy yo, para que me traten mejor?
La calumnia encarcelo al Señor. ¿Por qué asustarme cuando eso me sucede?
En mi vida y la de todos los hombres existen momentos, donde la pasión,
se nos hace real.
Ella es nuestra fuente de vida para resurgir del dolor y los problemas. Y es fuente de enseñanza, junto a la palabra, para saber disfrutar con alegría, los buenos momentos.


Rosa.

martes, 10 de mayo de 2011

A LOS CRISTIANOS NOS GUSTA JESUS, PERO NO LO AMAMOS

Hace unos años, cuando asistía a un encuentro de formación, nos preguntaron porque amamos a Jesús ¿?
Y para que entendieramos la pregunta nos dieron el siguiente ejemplo:
Una pareja despues de 6 años de noviazgo se separó por un simple detalle: el no conocía ni le interesaban las ideas de su novia.
El diálogo final de la pareja fue:
Ella le decia: yo te gusto pero no me amas. El, te amo, claro que te amo. Ella, que pruebas me das que me amas? Como que no? respondia El, salgo todos los fines de semana contigo, renuncié a muchas cosas para estar con vos, te doy cariño, te digo cosas lindas, te defiendo cuando te ofenden, hago todo lo que me pides. ¿Qué mas puedo hacer para probar que te amo?
Ella le respondió: Una cosa muy simple, dejarme hablar y escuchar mis ideas, porque no sabes ni quieres saber lo que pienso de tí. Si no conoces mis ideas y no te interesa, no me amas.
Con Jesús el diálogo podría seguir el mismo rumbo.
Si llegara a distintos grupos de la Iglesia, jóvenes, adultos, que dicen estar convertidos y viviendo una nueva realidad y les preguntara si lo aman, tal vez recibiría la misma respuesta del novio.
¡Como! Yo no te amo Jesús? ¿Entonces no significa nada lo que hago por la Iglesia, por los pobres, por los niños, por la comunidad, mis fines de semana sacrificados a tu causa, las humillaciones que sufro, las oraciones, las renuncias que hice por tu Reino? y así seguiría ennumerando.
Y Jesús igual que a Pedro, seguiría preguntando ¿TU ME AMAS? ¿Estas seguro de que es amor y no simpatía?
El apenado cristiano, comprometido y rico en vivencias preguntaría ¿Qué es lo que falta para que este sentimiento sea considerado amor?
Que te parece si te enteras de lo que pienso, si comienzas a escuchar lo que tengo que decir. Hasta ahora has hecho muchas cosas, Lo que tal vez no hiciste es aprender a escucharme.
Nadie ama lo que no conoce. Hablas conmigo, pero no dejas que Yo te hable. No sabes lo que pienso, lo que quiero, lo que siento.
Lo que sabemos es que muchos católicos saben que creen en Jesús. Jesús les gusta, ¿será amor a primera vista? y estos amores, muchas veces terminan mal.-
El que no sabe ni quiere saber lo que dijo Jesús, ¡no lo ama!
Paz y bien
Isabel

martes, 3 de mayo de 2011

La vieja tacaña.



He encontrado un cuento del Padre Mateo Bautista, me resultó muy simple y aleccionador.Acá va...



Era una señora Anciana que nunca pensaba en los demás. ¡Que poco generosa que era!
Un día un mendigo, un miserable mendigo pasó por su puerta y le pidió:
—¡Por el amor de Dios, una limosna por favor!
La vieja lo miró con asco y repugnancia. El hombre insistió.
—¡Una limosna por el amor de Dios!
La vieja que en realidad iba al basurero a tirar una planta de lechuga podrida, al ver que una hoja estaba sana, se la arrojó al pobre hombre.
—¡Toma y lárgate de una vez!

Paso el tiempo y la señora murió. Y como era de esperar, en vez de subir a los cielos, la mujer cayó de cabeza en el infierno.
Una mañana que el Señor leía el libro de la vida se encontró que aquella mujer estaba en el infierno.
—Pedro…
—Sí Señor, ¿qué sucede?
—¿Cómo es que está señora, fue al infierno?
Pedro le explicó lo mala y avara que la mujer había sido en vida.
—Pero aquí dice que una vez le dio una planta de lechuga a un pordiosero.
—Si Señor, lo que no dice es que la planta estaba podrida.
—Pedro, una hoja estaba sana… y ese mendigo era yo mismo.
—¡Señor!
—Toma la hoja y con ella trae a la anciana al cielo.
Obediente, Pedro tomó la hoja sana de la lechuga y con ella bajo al infierno.
—Clorinda… ¡Clorinda Benítez!
Al rato se escuchó la respuesta:
—¿Quién me llama?
—Soy Pedro. El Señor dice que hubo una equivocación, porque una vez le diste una hoja de lechuga a un pordiosero. Acá te mando la hoja, sube.
Rápidamente, Clorinda se aferró a la hoja tratando de ascender. Pedro tiraba y la vieja subía. Los demás condenados al ver la posibilidad de salir del infierno, se prendieron a sus piernas y los otros a los otros. Al rato era una cadena humana todos agarraditos de Clorinda. La vieja al notar que todos se prendían de ella, comenzó a dar patadas a diestra y siniestra, gritando:
—Fuera desgraciados, fuera, que planta de lechuga podrida era mía.
Y en ese momento… la hoja se rompió.

La solidaridad
es algo más
que dar.


Rosa