jueves, 22 de septiembre de 2011

Remix




La sagrada familia es un hogar de día que se dedica a atender a niños de la calle, algunos quedan medio día en el hogar mientras sus padres trabajan, otros, son chicos a quienes la vida o sus padres mandan a trabajar o pedir limosna. En el hogar los atienden, los bañan, les dan alimento y los contienen. Una tarea que se hace a pulmón, ya que ni el gobierno ni ninguna institución los sostiene. TBA, trenes de buenos Aires le han dado un lugar físico y la electricidad. Con la ayuda de socios que son los vecinos y algunos comerciantes del barrio, el hogar sale adelante, siempre con el centavo justo, pero con la ayuda del Espíritu Santo. La historia que voy a relatar sucedió en ese ámbito y en un encuentro de catequesis.


Remix entró al salón muy enojado y con la directora del hogar a sus espaldas.
—¿Qué sucede? —pregunté.
—Remix no quiere entrar, dice que es de otra religión, pero en este hogar se hace lo que yo digo —La directora se fue y Remix quedó de pie mirando el suelo.
Me acerqué.
—¿Cuál es tu problema? Yo no te voy a obligar a nada, sino queres participar, no lo hagas.
Le revolví el pelo negro, él retiró la cabeza, no aceptó mi caricia. Tomó asiento en el último banco.
La catequesis de ese día comenzaba con un cuento en el que los chicos debían descubrir en el nuestra misión de bautizados.

“Un joven encontró a su abuelo, ya octogenario sembrando carozos de dátiles. El anciano con sumo cuidado y esfuerzo hacía el pozo, arrojaba la semilla y la cubría con tierra y abono. Luego la regaba. El nieto miraba a su abuelo con curiosidad.
—Abuelo, ¿para qué plantas dátiles? Ese árbol lleva muchos años para dar fruto, vos no vas a estar aquí para disfrutarlo…
—Otro sembró para que hoy, yo comiera de aquellos dátiles —dijo señalando dos amplios árboles cargados de frutos —hoy siembro, para que otro mañana disfrute.”
Todos participaron en la reflexión, Remix, no.

La semana siguiente, Remix, entró solo al encuentro de catequesis, sin la directora y así cada nuevo miércoles. Tímidamente fue dando sus opiniones, participando por voluntad propia.
Hasta que meses después nos dio la noticia: regresaba con sus padres a su provincia Salteña.

Años más tarde al entrar al hogar encontré a dos adolecentes haciendo un pozo, me acerqué y para mi sorpresa y alegría unos de ellos era Remix. Más alto, más serio y con su linda sonrisa. Estaba de visita en casa de su abuela y en pocos días regresaba a su casa de Salta.
—Vine a saludar a los chicos y a plantar un limonero que traje de mi provincia —me dijo.
—Que buena idea, ¿cómo se te ocurrió? —pregunté
—Es lo que usted nos enseñó aquella tarde —dijo Remix— plantar un árbol para que otra persona dentro de algunos años tenga sombra y fruto.
Quedé muda. En ese momento la catequizada fui yo.

Les dejo mi cariño de siempre y un beso.

Rosa

10 comentarios:

  1. Qué hermosa catequesis la de ese chico. Jamás se le olvidará lo que aprendió y guardó en su corazón.

    Feliz día.

    ResponderEliminar
  2. Todo vuelve a nosotros.

    La ley de causalidad.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. ¡Que hermoso regalo te hizo Dios!¡ saber que tus enseñanzas no caían en saco roto!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por ese ejemplo. Todo se nos devuelve con creces.
    Gracias por gustarte mi trabajo.
    Somos cuatro en llevar el blog, Jesús a la derecha, el Espíritu Santo en el centro , junto a mi y a mi izquierda mi Madre María.
    te dejo un beso de ternura
    Sor.Cecilia

    ResponderEliminar
  5. Que bello y de color de fe renovada en los sentires de los seres!!!!

    Agradecida que lo hayas compartido!!!


    Cariños

    ResponderEliminar
  6. ¡Alecionador!.
    Como veis los "arboles" que vosotros, los catequistas, plantais tarde o temprano también dan sus frutos.
    Que tengais un buen fín de semana, desde España, un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Preciosa post. Muy alentador para los catequistas y para cuidar de nuestra actitud, especialmente con los niños.
    Me encantó leerte.
    Un besito y Feliz fin de semana.

    ResponderEliminar
  8. Precioso testimonio, Dios te hizo un regalo, ver la semilla que tu sembraste.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. ASI ES QUERIDA ROSA, EL MISMO DIOS NOS PREMIA CUANDO EJERCEMOS LA CARIDAD, ESE NIÑO NO OLVIDÓ LA ANÉCDOTA DE LA PLANTA, POR EL AMOR QUE PUSISTE EN ENSEÑARLA, Y LA PACIENCIA Y DULZURA AL TRATARLO...
    TODO VUELVE.
    SALUDOS AMIGA MIA

    ResponderEliminar
  10. Rosa que lindo testimonio.

    Un cordial saludo de José Ramón desde…

    Abstracción textos y Reflexión.

    ResponderEliminar