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jueves, 28 de abril de 2011

Y llegó el día...









Y llegó el día, el siervo de Dios Juan Pablo II, será beatificado.

Sus virtudes: la humildad (humildad de los grandes), y muchos dones para compartir
"Si me equivoco me corrigen..." Bastaron estas pocas palabras aquella tarde del 16 de octubre de 1978, para entender que quien se había asomado al balcón de la Basílica de San Pedro iba a ser un Papa "distinto", no sólo porque era un Papa de un "país lejano", sino también por su gran dosis de humildad y por su capacidad innata de comunicar y entrar en sintonía con hombres y mujeres de todo el mundo, que en aquel momento, en la plaza de San Pedro o a través de la televisión, veían antes de nada a un ser humano extraordinario al que tendrían ocasión de descubrir día tras día a lo largo de los 26 años siguientes.


La humildad está en relación con Dios, y en relación con los demás, es siempre en función de Dios. La humildad es una virtud que abre a la persona a la gracia de Dios.
Creíamos primero que su fuerza y carisma provenían de su juventud, de su fortaleza física, de su buen aspecto, de su simpatía y su humanidad. Hoy tenemos la certeza de que su carisma no era el resultado de sus dones exteriores, sino la manifestación de su fe extraordinaria y su fuerza interior


Humilde icono de Cristo en su enfermedad.
El recuerdo de aquel día...cuando se acercó a la ventana pero no lograba pronunciar las palabras de la bendición, sólo tomó una hoja y escribió "Totus Tuus". Fue la última frase que escribió en su vida
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS...

Isabel

martes, 19 de abril de 2011

Resurrección.










Si mi Cristo está en la cruz
¿Por qué doblan las campanas?

Quién quiere verte en la cruz
tan sangriento y dolorido
con tu pecho malherido
y tus manos,
y tus pies
clavados en un madero.
Dicen que cargas mis culpas,
las de mi hermano también
y yo sigo en el vaivén
de mi vida distraída.
Que la luz de tu domingo,
ilumine el alma mía.
Que la profunda alegría
que da la resurrección,
se anide en mi corazón
y me renueve la vida.


Rosa

miércoles, 13 de abril de 2011

"Caminando con Jesús"


El Vía Crucis o camino hacia la cruz, es una devoción muy antigua de la Iglesia, particularmente en tiempo de Cuaresma.

Recorrer su camino hacia la cruz, es recorrer nuestra vida personal, revisar cómo amamos, que valores tenemos para vivir, que prioridades tenemos, si somos ejemplo como lo fue Jesús, o ¿aceptamos sin poner objeciones lo que la sociedad contemporánea nos ofrece como forma de vida?.

En las palabras y la vida de Jesús tenemos la fuente de salvación que empieza ya en esta tierra. Esa vida la recibimos a través de la oración, de los Sacramentos, de su Palabra Viva, que nos llega por el Evangelio. Ojalá esa Palabra sea para nosotros lectura diaria y familiar.

En la última cena con sus discípulos Jesús nos anticipa su sacrificio en la cruz. Su entrega de amor en el calvario. Lava los pies, en condición de servidor. Con éste gesto, Dios sirve al hombre y todo por amor que llega al extremo.

¿Cuál es nuestra actitud entre nuestros hermanos?

¿Somos servidores?

Juan 13, 1-4 y 12-15



Isabel

lunes, 4 de abril de 2011

¿Por qué nos cuesta perdonar?


Un tema de todo al año y especial de cuaresma.


Leyendo el libro del Padre Ariel Álvarez Valdés: “Enigmas de la Biblia” me encontré con un tema muy interesante: el perdón.
A veces pensamos que perdonar, es aceptar la mala conducta del otro. ¿Jesús nos pide eso al decir que perdonemos? No.
Cuando le presentaron una mujer sorprendida en adulterio, Jesús la perdonó. Pero no justifico su mala conducta, ni le dijo que estaba bien lo que había hecho. Al contrario, le dijo: vete y de ahora en adelante no peques más. (Jn 8, 3-11)
Perdonar no es disculpar, no es liberarlo de la culpa al otro. No. Aun cuando el otro es culpable, uno debe buscar perdonarlo, porque de esa manera nos libramos de un sentimiento de frustración que puede intoxicarnos.


El perdón es ante todo una decisión personal. El perdón es algo que uno realiza en su interior, mediante un diálogo con Dios. ¿Cómo sabemos que hemos perdonado? Porque ya no le deseamos mal alguno a esa persona.
El rencor nos hace mayor daño a nosotros. Ya que el otro ni se entera de nuestra bronca. Perdemos el sueño, vivimos enconados y ¿a quién hacemos mal? A nosotros.
Perdonar es soltar de la mano una braza encendida, que asimos tontamente en algún momento de la vida y que nos lacera y nos quita las ganas de vivir,

Por eso es muy acertado el consejo de San Agustín: “Si un hombre malo te ofende, perdónalo, para que no haya dos hombres malos”.

Rosa.