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domingo, 27 de septiembre de 2015

Señor Mío, Dios Mío.




Señor de los altares
a ti elevo mi voz
para pedir;
por el hombre, por el mundo
por el que sufre dolor.

Mi hermano te anda buscando
porque eres el amor.
Por  una senda oscura
marchamos los dos.
Nos dijeron, que en el agua
caminabas,  mi Señor,
otros dicen que te vieron
por la calle del dolor.
Alguien dijo:
en una cruz
desangrándose murió.
Y nosotros te buscamos
con la esperanza adelante
y fuerza en  el corazón.

Un ángel de alas blancas
cantando nos anunció:
Él sigue vivo y sonriente
a la derecha de Dios,
lo hallaras en el que sufre
y en cada consagración.






viernes, 18 de septiembre de 2015

Un hombre humilde.




El 4 de octubre es el día en que la Iglesia recuerda a su Santo más humilde; San Francisco de Asís.
Que mejor que prepararnos para ese día con la oración simple que nos lo recuerda y lo hace presente por su enseñanza de Paz y Bien.


Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
D
onde hay odio, que lleve yo el Amor.

D
onde haya ofensa, que lleve yo el   Perdón.
D
onde haya discordia, que lleve yo la Unión
D
onde haya duda, que lleve yo la Fe.
D
onde haya error, que lleve yo la Verdad.
D
onde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.

D
onde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es:
Dando , que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.








martes, 8 de septiembre de 2015

Un cuento corto.




He encontrado un cuento del Padre Mateo Bautista, me resultó muy simple y aleccionador.



Era una señora  Anciana que nunca pensaba en los demás. ¡Que poco generosa que era!
Un día un mendigo, un miserable mendigo pasó por su puerta y le pidió:
—¡Por el amor de Dios, una limosna por favor!
La vieja lo miró con asco. El hombre insistió.
—¡Una limosna por el amor de Dios!
La vieja que en realidad iba al basurero a tirar una planta de lechuga podrida, al ver que una hoja estaba sana, se la arrojó al pobre hombre.
—¡Toma y lárgate de una vez!

Paso el tiempo y la señora murió. Y como era de esperar, en vez de subir a los cielos, la mujer cayó de cabeza en el infierno.
Una mañana que el Señor leía el libro de la vida se encontró que aquella mujer estaba en el infierno.
—Pedro…
—Sí Señor, ¿qué sucede?
—¿Cómo es que está señora,  fue al infierno?
Pedro le explicó lo mala y avara que la mujer había sido en vida.
—Pero aquí dice que una vez le dio una planta de lechuga a un pordiosero.
—Si Señor, lo que no dice es que la planta estaba podrida.
—Pedro, una hoja estaba sana… y ese  mendigo era yo mismo.
—¡Señor!
—Toma la hoja y con ella trae a la anciana al cielo.
Obediente, Pedro tomó la hoja sana de la lechuga y con ella bajo al infierno.
—Clorinda…  ¡Clorinda Benítez!
Al rato se escuchó la respuesta:
—¿Quién me llama?
—Soy Pedro. El Señor dice que hubo una equivocación, porque una vez le diste una hoja de lechuga a un pordiosero. Acá te mando la hoja, sube.
Rápidamente, Clorinda se aferró a la hoja tratando de ascender. Pedro tiraba y la vieja subía. Los demás condenados al ver la posibilidad de salir del infierno, se prendieron a sus piernas y los otros a los otros. Al rato era una cadena humana todos agarraditos de Clorinda. La vieja al notar que todos se prendían  de ella, comenzó a dar patadas a diestra y siniestra, gritando:
—Fuera desgraciados, fuera, que planta de lechuga podrida era mía.
Y en ese momento…  la hoja se rompió.

La solidaridad
es algo más
que  dar.