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viernes, 24 de julio de 2015

Una catequesis especial.




Un encuentro de catequesis con chicos de la calle, suele ser difícil. En ciertos  momentos, la alegría y el desorden  ganan la situación.
Al no tener contención en sus casas ni conocimiento  sobre lo que está bien o mal, desconocen el respeto a la palabra de Dios y se hace complicado hablar con ellos.  Muchas veces llegan a un hogar de día, sin haber escuchado nunca la palabra; Cristo. Son tierra sin arar, vírgenes de Dios y cargando en sus mochilas; castigos, maltrato y peores dramas. Durante algunos años fui catequista en un hogar de día, se llama así a un centro que recibe a los niños y adolescentes y los atienden como si fuese un hogar.

Una mañana me sucedió una anécdota que aún hoy a pesar del tiempo  me hace sonreír.
Les pido que habiendo leído la situación del grupo,  imaginen a una catequista, frente a quince chicos adolescentes. Con un ayudante de diecisiete y con el mismo origen; la calle.

“Habíamos comenzado el encuentro de catequesis y no lograba controlarlos, se movían, hablaban, otros gritaban. Pedí varias veces silencio, imposible. Al fin, cansada, me paré frente a ellos, sin decir  palabra, los miraba. Algunos entendieron el mensaje, otros continuaron con el alboroto.
El ayudante, Matías, grito: ¡¡Cállense la boca!!  y agregó  unas palabrotas  imposible de transmitir aquí.
Se hizo silencio.
Yo,  horrorizada miré a Matías y le dije:
—¡Matías, esa no es forma de hablar…!
—Rosa esa es la única forma que entienden, mire, todos en silencio…
Era cierto, las palabrotas  los había calmado.
—Es el  idioma que entienden —dijo Matías— el que hablan en sus casas”.

Recordé a Jesús enojado con los mercaderes del templo y pensé que a veces es necesario hacerse oír. Y aunque parezca extraño, desde ese día aprendieron a guardar silencio, no tuve necesidad de volver a enojarme, si hablaban demasiado, les preguntaba en tono de broma:
—¿Llamo a Matías para que los haga callar?

—¡Noooooo…! —era la respuesta.

sábado, 18 de julio de 2015

Poema a la sangre de Cristo.




Vida que se escapa
rodando  por el madero,
fecundando  la tierra
con el misterio de redención.
Eres gracia que se brinda
y tu mediación nos llega
desde aquel primer día de la circuncisión,
la corona de espinas
y los clavos del  martirio.
Sangre de Cristo,
Fuerza y vida: sálvanos.

jueves, 9 de julio de 2015

Pienso en ti.




En esos momentos en que me agobia la tristeza,
pienso en ti.
Cuando me sucede algo doloroso
que no puedo comprender,
pienso en ti.
Si las ganas de llorar llegan de sorpresa
y no comprendo el motivo,
pienso en ti; 
en tus llagas, en tu sangre inocente.
Sagrado Corazón de Jesús,
consuelo, compañero y amigo,
no dejes que me pierda en el torbellino del mundo,
no sueltes mi mano, bendíceme Señor.
Que así sea; amen.