No tenemos respuesta
para todo. Hay hechos y circunstancias que paralizan. El miedo paraliza, lo
inesperado paraliza. La fe no es el recetario con la solución a cada problema
de la vida. No es cierto tampoco que en toda ocasión podamos ver con claridad
la voluntad de Dios. Entonces ¿qué es lo
que el Espíritu Santo obra en nosotros?
El Espíritu que es
dinamismo, actúa contra esas parálisis. No con la receta mágica capaz de
disipar toda duda, sino inyectando ese dinamismo que nos pone en movimiento, en
búsqueda.
Es el Espíritu Santo el
que hace que allí donde no vemos a Dios, donde parece que su presencia a
desaparecido, sigamos buscando.
Es la expresión del
corazón que no cesa, que no abandona su
objetivo, que no se entrega a la desilusión.
Buscar la presencia de
Dios en medio de tantas realidades que no son de Dios es tarea ardua. Tarea en
la que sólo cabe la actitud perseverante de seguir, de no dejarse abatir, de no
abandonar.
De: Haciendo
Eco. Elaborado por la redacción Editorial San Pablo. Argentina.
Me pareció muy bueno,
por eso lo quise compartir con todos ustedes.
Rosa