El perdón.
Leyendo el libro del Padre Ariel
Álvarez Valdés: “Enigmas de la
Biblia ” me encontré con un tema muy interesante: el perdón.
A veces pensamos que perdonar, es
aceptar la mala conducta del otro. ¿Jesús nos
pide eso al decir que perdonemos?
No.
Cuando le presentaron una mujer
sorprendida en adulterio, Jesús la perdonó. Pero no justifico su mala conducta,
ni le dijo que estaba bien lo que había hecho. Al contrario, le dijo: vete y de
ahora en adelante no peques más. (Jn 8, 3-11)
Perdonar no es disculpar, no es
liberarlo de la culpa al otro. No. Aun cuando el otro es culpable, uno debe
buscar perdonarlo, porque de esa manera nos libramos de un sentimiento de
frustración que puede intoxicarnos.
El perdón es ante todo una decisión
personal. El perdón es algo que uno realiza en su interior, mediante un diálogo
con Dios. ¿Cómo sabemos que hemos perdonado? Porque ya no le deseamos mal
alguno a esa persona.
El rencor nos hace mayor daño a
nosotros. Ya que el otro ni se entera de nuestro enojo. Perdemos el sueño, vivimos enconados y ¿a
quién hacemos mal? A nosotros.
Perdonar es soltar de la mano una
braza encendida, que asimos tontamente en algún momento de la vida y que nos
lacera y nos quita las ganas de vivir,
Por eso es muy acertado el consejo de
San Agustín: “Si un hombre malo te ofende, perdónalo, para que no haya dos
hombres malos”.